Thursday, March 30, 2006

Exámenes de por vida

Nunca he tenido suerte con los exámenes. Al menos con los didácticos. Son momentos de tensión extrema, que lo único que logran es calificar mi nerviosismo. La memoria no me sirve ni a corto ni a largo plazo. El aprendizaje es lo único a mi favor, que logro retener por el resto de mi vida, y aplicarlo en las situaciones más comunes. Pensándolo en frío, nunca he puesto en práctica una matriz cuando voy al súper a comprar huevos, plátanos y salami. La hipotenusa no me ha servido de nada, salvo para implementarla en dichos y refranes coloquiales: "Calcúlame la hipotenusa de esa rubia, a ver qué te da..." Del álgebra y la trigo sólo recuerdo las clases de recuperación con un profesor atípico, que al finalizar sus ecuaciones orgásmicas, decía no eran más que un "bizcochito".

Al exámen lo considero como el empeño de los profesores de imponer millones de años de historia, sucesos y pensamientos ajenos en un individuo de apenas 20 primaveras, promedio. Un afán por saber los secretos de Cristóforo Colombo en sus travesías marítimas. Tanto debatir una revolución francesa, luego la industrial, para seguir trescientos años después revolucionando por las mismas vainas. O peores. Y a fin de mes, una evaluación de "desarrollo". Y para los trimestrales, "elija la respuesta correcta". Ojalá no fueran todas las anteriores. Ojalá la educación te pidiera describir, en tus propias palabras, cómo valoras los resultados de la I y II Guerra Mundial; estar en desacuerdo con Darwin; proponer tus propios planteamientos económicos, comparables con los de Locke, y debatir la realidad existencial y reformatoria de Lutero.

Es increíble como, justo en el momento que veo aquella cuartilla (a veces dos, tres, cuatro páginas), los ojos forman una nube blanca en mi cerebro y se ofusca casi en su totalidad lo que horas antes había embotellado. La angustia va en detrimento de la esperanza y allí mismo nace mi virtuosidad para "improvisar" respuestas, como si las narrara a través del lápiz. O lapicero delator de tinta. Una de mis grandes virtudes se convierte, en ocasiones, en mi peor aliada. No es lo mismo lo que dice la boca, que lo que escribe la mano. Creánme, aunque brote de la misma cabeza.

De todas maneras, las evaluaciones formarán parte de mí. Para renovar el permiso de conducir, para determinar mis plaquetas y glóbulos, para algún día darle seguimiento a la salud de mi próstata. No hay escapatoria a lo ineludible. Las palmas de mi mano siempre sudarán, la silla cada minuto se tornará más incómoda y los minutos lentos pasarán. Exámenes de por vida, hasta la eternidad.

Friday, March 24, 2006

Hoy me quedé



Hoy desperté tarde. Me confundía entre la melodía estridente de la alarma de mi móvil y la dulzura tierna de la cobija de mi cama. Tenía alrededor de hora y media dando vueltas entre la lucidez de un nuevo día y un poco de jugo tinto que aún bailaba en mi cabeza. Con abrir un poco los ojos me doy cuenta de que nada enmienda mi error. Las 9:22 am hacen de mí una ansiedad viva, que quiere cumplir, pero otros requisitos lo impiden. No puedo estar en dos lugares a la vez. No puedo incumplir cumpliendo. O voy o me quedo. Me quedé. Los segundos me tomaron de rehén, la inseguridad de tomar una decisión, de vestirme, de volar, de ir al ritmo "i-podístico" del primo. No pude.

Y ese soy yo. Pero qué será de Jean-Pierre ? Cómo se habrá levantado él en París ? En medio de disturbios ? En cobijas dulces ? Bajo el fuego estudiantil ? Y qué más da si me invento el nombre de un francés ficticio. Hoy me desperté tarde y en la capital francesa parece que es el día de la Toma de la Bastilla. La historia de la inconformidad se repite en una Ley de Empleos para Jóvenes. No es una revolución, es una postura. Aquí no habrá cambios; habrán heridos y quizás algún muerto, mientras se negocia a puerta cerrada con Sindicalistas y Gobierno.

Estoy tarde para hoy. No más palabras. Que siga la destrucción de la vía pública, que griten consignas desesperadas. Yo me quedé y no puedo hacer nada al respecto. Remordimiento.

Thursday, March 23, 2006

Otra forma de pensar


Quizás esto no sea lo más adecuado. Para decir las cosas, hay que hablarlas de frente. Pero como no nos vemos, digo lo que pienso y tú pensarás en lo que digo. Ya somos millones en esto, que respiramos cada día la libertad internáutica de bucear profundamente en la web, porque ya nadie navega en la superficie. Cada quien explora a su manera las fantasías de leer, de reír, de informarse, de volverse más loco. De manera descarada, conectados alámbricamente o por sistema "uifi", dedicamos nuestras horas al fondo iluminado de nuestra pantalla "widescreen" en busca de respuestas encontradas a preguntas ya contestadas. Y si paso de un diario a otro, de 20minutos a una clavedigital, con deseos de leer un diariolibre que parezca un listín del caribe, precisamente hoy repaso el abc del mundo. Pop-up's de titulares: La ETA ya no quiere más fuego, después de calcinar las almas de 900 personas. Volvieron a subastar las playas de Bahía Las Águilas. Con bigote o sin bigote, mis políticos son iguales. Casandra Damirón enseñó sus senos en el Edén Celestial, luego que las Megadivas sacaron sus tetas en el Teatro Nacional. Los jueces de la Junta prometen meses y meses sin resultados electorales.
Y yo aquí, estrenando y disfrutando de un teclado sudado, agotado y desangrado de suprimirse. Ahora es que esto se pone bueno. Faltarán cosas por ver, miradas que cortar y cuerpos por definir. Me sobra justificación, ni a la derecha ni a la izquierda, sino más centrada. Aquí valen los puntos y las comas. Esto es otra forma de pensar.