El último Embajador Argentino
Labels: argentina, dominicana, embajador, roballo
A little about nada. Mucho sobre everything. Day and noche, hours y minutos, months and días. Yo pretendo give to those que me dan a diario algo to comment sobre las cosas that I see. Puede ser en english, or it could be in spanish. Pero lo que siento, what I really feel, is going to be in Spanglish Version.
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Claudia inclina su cabeza para mirar dentro del foso. Yo la imito e inmediatamente viene a mi memoria la tumba de Bonaparte en el recinto de Les Invalides en Francia, pero sin las condiciones magistrales ni la madera preciosa ni mucho menos la solemnidad. Pero ahí están ellos, los tres Padres patrióticos: el rico, el blanco y el feo. Sudaron la inteligencia, derramaron pólvora de coraje al disparar la independencia y mancharon con sangre valiente nuestra libertad. El rico murió pobre y exiliado; el blanco fue arrastrado por disentería; y el feo, con la gallardía de ser negro, atrapó en su pecho las municiones de plomo del fusilamiento.
Mi blog canta:
La felicidad que se esconde.
Miguelito vive en los Tres Ojos. Su mamá es lavandera (oficio en desaparición) y su papá no existe. Ayer desayunó un huevo duro con sal y limón. Las horas del día transcurrieron sin nada para echarle al estómago, salvo una fundita de agua que le regaló el vendutero cuando se percató que el color café con leche del niño se derretía con el Sol. Al caer la noche, Miguelito compartió un vaso de avena con su hermana mayor. Así pasa sus días y sus noches. Apenas tiene 8 años y nunca ha visto el cielo iluminado por la cruz de la inmensa mole de cemento. Por las mañanas Miguelito corretea en la enorme plazoleta que sirve de falda al gran monumento. Sabe que acoge como última morada los restos de un tal Colón, que vino de lejos, montado en carrozas de agua como un dios supremo, y terminó aquí metido, entre plexiglass, mármoles y azulejos.
Jordi vive en Les Corts. Su mamá es enfermera (oficio en decadencia) y su papá es cerrajero. Ayer desayunó una ensaimada de cabello de ángel con un zumo de melocotón. Pasó las horas del día viendo tele, jugando nintendogs y revisando en internet su correo. Al caer la noche, Jordi compartió patatas y huevo con toda su familia en la mesa. Así pasa sus días y sus noches. Tiene 8 años y no sabe que en el mundo hay niños que se acuestan sin cenar. Por las mañanas Jordi va al Cole y recibe clases de historia. Le han dicho que el mundo es redondo, y que un señor llamado Cristóbal Colón (muy posiblemente oriundo de Cataluña, que hablaba catalán y odiaba a los madrileños) fue quien descubrió a América. Sabe que existe (porque lo ha visto) un enorme obelisco que tiene sobre la punta al marinero en falda, señalando un vacío infinito, y que sus cenizas las veneran en la Catedral de Sevilla porque así lo han demostrado unos científicos, mediante pruebas de carbono 14 en los calzoncillos del Almirante.
La verdadera historia es que, al morir Colón, su nuera María de Toledo inhumó su cuerpo para practicar actos necrófilos con el. Al percatarse la Corona, María huye de España con todo y sarcófago evitando la pena de muerte por incurrir en vandalismos sexuales. Buscando un destino paradisíaco, la Toledo recuerda su corta estancia en las laderas del Ozama y decide regresar con premura. Durante el trayecto, se termina la leña que enciende la hoguera para calentar a la tripulación de las frías corrientes de viento oceánico. Es entonces cuando, como última y dolorosa decisión, incineran el cadáver fétido de Cristóbal justo antes de llegar a las costas de Sans Soucí. Para que nadie se enterase de la aberración, María de Toledo ordena esconder las cenizas del Virrey de las Américas en una caja de zapatos de plomo, ubicándola en el extremo derecho del altar de la Primada Catedral. La urna rezaba: "Por los siglos de los siglos, Colón."
"Somos un agujero en medio del mar y el cielo 500 años después. Una raza encendida, negra, blanca y taína. ¿Pero quién descubrió a quién?" prestado de Juan Luis Guerra.
Los Hezbolá son unos sindicalistas y andan en busca de lo suyo. Bush lo dijo clarito, mientras untaba mantequilla a un pancito de buffet. Cut the crap. Stop the war. Including yours, Mr. George. Ay! lo dije yo!
Marco el número de servicio al cliente.
Es algo que no puedo describir con palabras, ni siquiera con letras en esta bitácora virtual. Fue una sensación que me subía desde los pies, pasando por mis entrañas, deleitando mis ojos y excitando a mis dedos. Destaparlo fue como una primera vez (y en realidad lo era). Desde 1994 soñaba con la esperanza de ser rescatado. Tenía 12 años que nadie le ponía una mano encima, y a pesar de mi atrevimiento en abrirlo, todavía no ha sido tocado debidamente. Tanto su forma como lo que significa para mí es satisfactorio. Saber que soy su dueño, que me pertenece, es una razón para vanagloriarme.
Barcelona me ha dado muchas cosas buenas, momentos especiales, con ella, y ahora esto.
Lo desfloré sin remordimiento. Quería ser el primero.
Ayer mismo le quité el plástico de fábrica a un long play (disco de pasta, LP o galletita sonora) al álbum "Fogaraté" del inmenso maestro Guerra.
Nuevecito de cajeta había dejado al Karen del Conde, más de una década musical atrás, para esperarme aquí.
Postdata.
Otros hermanos (en el mismo formato) se unen regocijados: "Ojalá que llueva café" 1989; "Bachata Rosa" 1990; "Areíto" 1992.